Hola, Noah. Vengo pensando en mi camino de regreso a casa desde la oficina, y la verdad, esta situación no me tiene nada bien.
El tiempo del tratamiento ha pasado y la medicina que te dimos, en parte, ha hecho su trabajo. Es cierto, ya no has tenido fiebre, pero tu estado de ánimo no mejora.
Esta semana estarás en casa; no podemos regresarte a la escuela porque algo en ti no está bien, y aún no sabemos qué es. Más tarde te llevaremos al doctor para que te revisen nuevamente. Mamá me hizo pensar, ¿habrán sido las palomitas que comiste un día antes del show de Plim Plim? No lo sé. Solo me torturo dándole vueltas a cosas que sé que no van a solucionar nada.
Me gustaría tener poderes mágicos para protegerte de todo. Pensé que ya habías aprendido a decir lo que te duele, pero ahora no estoy tan seguro. Te he preguntado si te duele algo y siempre me respondes que no.
¿Qué será eso que no te deja comer ni jugar como siempre? Yo estaría igual si no tuviera hambre o me sintiera lleno sin apetito. Le dije a mamá que algo tienes en tu pancita, que no deja de molestarte, aunque tal vez solo sean creencias mías.
Ojalá que esta próxima revisión nos dé mejores respuestas y que te receten una medicina que cure todos tus malestares. No te preocupes, mamá y yo estamos aquí cuidándote.
Te amo, flaquito.
Con cariño, ¡papá!
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